Viene de aquí.
La creatividad es un fenómeno sumamente curioso. A veces tu musa llega, te agarra de las orejas y te pone el lápiz (o el teclado) en las manos, y no te queda más que trabajar en esa idea genial. Otras veces tienes las cosas en la punta de la lengua, pero te cuesta trabajo aterrizar y expresarlas como deberías. "En mi cabeza suena genial, lo juro. Lástima que no encuentre cómo explicártelo para que tú también lo entiendas como yo."
Y si algo he aprendido es que a veces lo mejor es dejar que las ideas maduren a su propio ritmo. (Las musas suelen ser bastante rebeldes, y mientras más las presiones, menos cooperan.) Lo malo de eso es que a veces acabas teniendo que trabajar intermitentemente en las cosas, y tienes que dejarlas archivadas algunos meses (literalmente), en stand by, esperando que a aquella se le pase lo diva y decida regresar a hacer su trabajo y comience a soplarte cosas al oído.
De cualquier forma, el chiste es dejar a tu subconciente haciendo la tarea, para que en el fondo sigas procesando las cosas. Aunque por afuera pueda parecer que no avanzas nada.
En fin...
Tercera Parte: Dejando que madure
Posteriormente al concurso, recibí una considerable cantidad de criticas duras, pero justas y sumamente constructivas. En parte mi defensa fue un "eso no me dio tiempo de desarrollarlo como quería", pero también hubo mucho que sencillamente no me había planteado, y que tenía que trabajar. Esto es normal en este tipo de concursos, con limitantes tan estrictas; acá lo importante es que no se quede en eso, y sí llegues a desarrollar todo eso que hizo falta.
Tras unos 3 meses de "descanso", lo retomé para continuar en donde me quedé. O más bien, para reorganizar las cosas y definir para dónde continuar. Y mi primer paso fue definir y depurar mucho mejor mi premisa. Ok, ya tenía un boceto de ambientación, una base mecánica y cierta dinámica de juego. Pero ¿de qué demonios trataba mi juego? Intenté definirlo, pero seguía un poco atorado al momento de expresarlo.
También estaba la cuestión práctica. ¿Qué tipo de historias se podían contar con mi juego? ¿Qué tipo de historias quería que se contaran? ¿En qué se diferenciaba de las multitudes de juegos de temática "similar" que ya existen? Yo tenía muy claro que quería un tipo de historia cotidiano, sutil, personal. Nada épico, grandilocuente, sobre-dramático. Ahora, ¿cómo transladar eso al juego? También en eso seguía atorado.
La parte de desarrollar los Totems me preocupaba menos, aunque también tuvo sus problemillas. Sobre todo al momento de ligar la parte de "rolear" y "la ficción generada" con las mecánicas. En otras palabras, ¿qué tanto te ayuda el juego a interpretar a tu personaje, y qué tanto te coharta la creatividad y libertad interpretativa? ¿Y qué hay de evocar situaciones, emociones e ideas particulares en los que lo jueguen?
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