En este mes, la Torre del Profeta cumplió tres años de existencia. Y aprovecho para comentar algo que creo que ya he dicho alguna vez antes... Pero no está de más recordarlo.
Por la forma en que funciona mi propio proceso creativo, si comienzo a crear en el vacío, tarde o temprano pierdo el enfoque, la motivación o la inspiración. Y eventualmente regresarán. Casi nunca abandono por completo un proyecto comenzado. Más bien lo dejo ahí, archivado, esperando a que lo vuelvan a sacar a tomar el sol un rato.
Sin embargo, si obtengo algún tipo de retroalimentación de alguien (como por ejemplo ideas, críticas, comentarios o a veces sencillamente un recordatorio de que hay interés acerca del tema), mis jugos creativos entran en ebullición y la buena vibra me energiza lo suficiente como para retomar y darle otro buen avance a alguno de mis proyectos.
Claro, a veces el problema es cuando un proyecto está suficientemente avanzado como para que desde afuera parezca casi listo, aunque por adentro yo sepa que lo que falta es la "talacha". Lo pesado, lo tardado, el aterrizar, redactar, depurar, perfeccionar... Y ese tipo de cosas no son tan obvias a primera vista.
Y de cualquier modo, la retroalimentación sigue siendo vital para mí. A veces una simple patada en el trasero de "aún me interesa, trabaja más y muéstrame algo nuevo" es suficiente como para que mis engranes vuelvan a moverse.
Sea como sea, aquí estamos. A tres años de haber comenzado a escribir en la Torre. Con una buena cantidad de nuevos proyectos, algunos otros remasterizados, remezclados y replanteados, y unos cuantos más que siguen ahí archivados, en stand by, en la cola y esperando a que haya algo de tiempo (e interés).
Y al final pase lo que pase, yo seguiré escribiendo (porque no puedo evitar ser creativo), pero me alegra saber que sigo contando con su apoyo y compañía (aún cuando sea una compañía algo silenciosa...).
Así, pues, digamos ¡felicidades! Y a continuar dándole al teclado y el mouse. ^_^
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